Si uno consulta en la web de recomendaciones turísticas más popular del planeta cuál es el mejor sitio para comer en Bilbao, el caprichoso algoritmo arroja un resultado sorprendente: el bar Roma. Este discreto establecimiento de la Plaza Bombero Etxaniz está fuera de todos los circuitos turísticos de la capital vizcaína y sin embargo ha logrado cosechar tal proporción de valoraciones positivas que es capaz de adelantar a referentes internacionales de la gastronomía vasca como Eneko Atxa o Josean Alija.
Vaya por delante que estar en la cima de una web tan voluble como Tripadvisor no convierte al bar Roma en el mejor restaurante de Bilbao –¡hasta ahí podíamos llegar!– pero haber logrado tal hito sin patrocinio merece que nos acerquemos a comprobar si hay truco o si el algoritmo tiene buen paladar.
Llegamos a la hora del aperitivo, cuando en torno a la barra del pequeño local se dan cita cuadrillas de jubilados, obreros vestidos de uniforme o señoras estupendas de vida ociosa. La gente comparte el periódico, comenta el partido o se pregunta por la familia. Estamos en las antípodas de un garito para turistas. Y sin embargo sus dueños se están acostumbrando a que de vez en cuando pare un taxi a su puerta cargado de extranjeros o que los hoteles de la villa les llamen para reservar. «Han llegado a salirse de la autovía para venir aquí y la verdad es que siempre nos dicen que ha merecido la pena», comentan Jose Rezola y Feli Martínez, tres décadas de experiencia en el oficio.
Pedimos un zurito y un pintxo de tortilla para romper el hielo. Al momento nos sirven una copita de caña bien tirada, de esas que dejan cerco con cada trago y una porción de jugosísima tortilla de patata con cebolla y pimiento, capaz de fidelizar al primer bocado. El primer examen lo pasa con nota. El resto del mostrador está lleno de pintxos de repertorio fácilmente reconocibles: gildas, anchoas rebozadas, bacalao en aceite, pulgas de jamón o bocadillitos de revueltos variados. «Apetecibles, pero nada del otro jueves», pensamos.
Sin embargo, conforme va avanzando la cata entendemos por qué los clientes del Roma salen tan satisfechos. La cocina funciona todo el día, asegurando bocados recién hechos a cualquier hora. Las recetas podrán no ser innovadoras, pero el producto es bueno y está cocinadas con tal mimo que deja huella.
Uno recuerda al cabo de los días la delicada textura del bacalao marinado, el reluciente rebozado de las anchoas rellenas o el estimulante picor de la banderilla de pulpo. El ambiente es familiar y el trato, todo lo cercano que permite un garito de 30 metros cuadrados. La selección de vinos por copas es más que aceptable y los precios, propios de un establecimiento alejado del centro histórico.
No sabemos si son razones suficientes para considerarlo el número 1, teniendo Bilbao mesas tan importantes como tiene. Pero sí hemos de reconocer que, al menos en su especie, este modesto bar de barrio es uno de los mejores.
Fuente: EL CORREO